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El proyecto está situado en el límite del casco histórico de Sants, barrio formado por un tejido de estrechas calles y edificios de un máximo de cinco plantas, y que limita con el Paseo de Sant Antoni, una avenida de 50m de ancho. La propuesta configura un cosido urbano entre el barrio histórico y la gran avenida, reestructurando el espacio público a nivel de cota cero y liberándolo para mantener la conexión peatonal que salva el desnivel de tres metros de altura que existe entre el antiguo tejido urbano del barrio y el Paseo de Sant Antoni.

La proximidad de la Estación central de Sants sitúa el proyecto en un emplazamiento estratégico  y lo convierte en un hito en el paisaje urbano. La normativa urbanística proponía un edificio lineal de 70m de fachada a lo largo del paseo, pero la solución adoptada, sin embargo, endereza dicha barra edificada y la transforma en una torre de planta cuadrada de diez alturas, liberando a nivel de cota cero el espacio necesario para realizar una rampa y una escalera de conexión urbana, al tiempo que crea una plaza de barrio.

El proyecto ha dado lugar a una derogación del Plan de urbanismo, acordada por la Comisión de Calidad del Ayuntamiento de Barcelona.

En fachada, un pliegue que va de la segunda a la última planta crea espacios exteriores para cada apartamento y sirve a la vez de protección solar pasiva. El inmueble reposa sobre unos pilares en V situados en la primera planta, que permiten la creación  de una terraza comunitaria cubierta, un espacio de reencuentro para los habitantes. En la planta baja se coloca un local comercial.

Un segundo volumen de piedra formado por tres dúplex sirve de unión con el tejido residencial del barrio de Sants. La fachada de la torre está formada por lamas de aluminio y elementos en U-glass. Esta torre es el primer edificio de viviendas de Barcelona concebido con una estructura de muelles independientes, que amortiguan las vibraciones producidas por los trenes que llegan a la estación y pasan cerca del nivel de la planta sótano.